Vuelo 603 de Aeroperú
datos clave del accidente
Vuelo 603 de Aeroperú | |
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Fecha: | 2 de octubre de 1996 |
Ubicación: | Océano Pacífico, frente a la costa de Lima, Perú |
Aerolínea: | Aeroperú |
Modelo de avión: | Boeing 757-23A |
Matrícula: | N52AW |
Origen: | Aeropuerto Internacional Jorge Chávez (LIM), Perú |
Destino final: | Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez (SCL), Chile |
Pasajeros y tripulación: | 70 (61 pasajeros y 9 tripulantes) |
Supervivientes: | 0 |
Causa principal: | Obstrucción de los sensores estáticos por cinta adhesiva no retirada tras mantenimiento |
Hallazgos clave: | Lecturas erróneas de altitud y velocidad, confusión en cabina, desorientación espacial, falta de alertas del GPWS |
Consecuencias: | Revisión de protocolos de mantenimiento, cambios en inspecciones previas al vuelo, nuevas regulaciones de seguridad |
Boeing 757 (N52AW) de Aeroperú
línea temporal
Condiciones climatológicas: Cielo levemente nublado y visibilidad adecuada en la zona de Lima y a lo largo de la costa. El vuelo se desarrolló durante la madrugada en condiciones de oscuridad total, pero sin presencia de tormentas, turbulencias o fenómenos meteorológicos adversos. La meteorología no fue un factor en el accidente.
Factores clave: Obstrucción de los sensores estáticos por cinta adhesiva no retirada, lecturas erróneas de altitud y velocidad, desorientación espacial de la tripulación, falta de referencias visuales, ausencia de alertas del GPWS, y funcionamiento normal del resto de los sistemas del avión.
El vuelo 603 de Aeroperú terminó en tragedia tras un fallo en el mantenimiento previo al despegue. Una cinta adhesiva olvidada en los sensores estáticos provocó lecturas erróneas de altitud y velocidad. La tripulación, sin instrumentos fiables y desorientada en plena noche, descendió sin saberlo hasta impactar contra el océano. La imagen mostrada es ilustrativa y no refleja con exactitud el ángulo del impacto, que según la investigación comenzó con el fuselaje antes de que las alas tocaran el agua.
Investigación oficial
Tras el impacto del vuelo 603 de Aeroperú en el océano Pacífico la madrugada del 2 de octubre de 1996, se puso en marcha una investigación técnica dirigida por la Dirección General de Aeronáutica Civil del Perú (DGAC), como autoridad competente del país donde ocurrió el accidente.
La DGAC lideró las tareas de coordinación en la zona del siniestro, supervisó la recuperación de restos y cajas negras, y organizó la recolección de información técnica relevante para entender lo ocurrido.
DGAC (Perú)
Autoridad aeronáutica del Perú. Encabezó la investigación del accidente, coordinando los trabajos de campo, el análisis inicial de las cajas negras y la elaboración del informe final.

NTSB (EE.UU.)
Junta Nacional de Seguridad del Transporte. Participó como estado del fabricante del avión, colaborando en el análisis de datos y en la revisión del informe técnico.

FAA (EE.UU.)
Administración Federal de Aviación. Supervisó el cumplimiento de las normativas aplicables a los sistemas de a bordo y contribuyó con recomendaciones técnicas para futuras operaciones.

Boeing (Fabricante)
Fabricante del Boeing 757. Proporcionó soporte técnico durante la investigación, incluyendo análisis de los sistemas de vuelo y revisión de procedimientos relacionados con los sensores.

Rolls-Royce (Motores)
Fabricante de los motores RB211 del avión siniestrado. Aportó datos técnicos sobre el rendimiento de los motores, confirmando su funcionamiento normal durante todo el vuelo.

Armada del Perú
Colaboró en la localización y recuperación de restos del avión y de las cajas negras en el fondo del océano. Su intervención fue clave en las operaciones de búsqueda.
RECUPERACIÓN DE LAS CAJAS NEGRAS
Una de las prioridades tras confirmarse el accidente fue localizar las dos cajas negras del avión: el Cockpit Voice Recorder (CVR) y el Flight Data Recorder (FDR). Estos dispositivos contienen la información clave para reconstruir los últimos minutos del vuelo, tanto desde el punto de vista técnico como operativo.
La zona del impacto se encontraba a más de 100 kilómetros mar adentro, frente a la costa peruana, con una profundidad aproximada de 100 metros. La recuperación no fue sencilla. La Marina de Guerra del Perú lideró las operaciones de búsqueda marítima, desplegando embarcaciones equipadas con sonar y tecnología submarina, además de personal especializado.

Parte del fuselaje (toma estática) tras la recuperación de la aeronave en el océano Pacífico.
La zona del impacto se encontraba a más de 100 kilómetros mar adentro, frente a la costa peruana, con una profundidad aproximada de 100 metros. La recuperación no fue sencilla. La Marina de Guerra del Perú lideró las operaciones de búsqueda marítima, desplegando embarcaciones equipadas con sonar y tecnología submarina, además de personal especializado.
Pocos días después del accidente, se logró localizar e identificar las señales acústicas emitidas por los dispositivos. Primero se recuperó el CVR, que permitió acceder a las grabaciones de audio de la cabina, fundamentales para comprender el estado de la tripulación y la secuencia de decisiones tomadas durante el vuelo. Posteriormente se localizó y extrajo el FDR, que registraba los parámetros técnicos del avión: altitud, velocidad, rumbo, configuración de los sistemas, entre otros.
Ambos dispositivos fueron enviados para su análisis técnico, con participación del equipo de investigación internacional. El contenido de las cajas negras fue esencial para confirmar que las lecturas erróneas de los instrumentos comenzaron desde el momento del despegue, lo que explicó la confusión de la tripulación y su incapacidad para determinar con precisión la altitud real del avión.
La recuperación y el análisis de estos registros fueron un paso decisivo para establecer la causa principal del accidente y comprender por qué la tripulación nunca fue consciente del descenso progresivo que culminó en el impacto contra el mar.
HALLAZGOS PRINCIPALES
El análisis de las cajas negras permitió reconstruir en detalle la secuencia de fallos que llevó al accidente. Los investigadores confirmaron que el avión presentaba información errónea desde el despegue, y que la tripulación nunca tuvo acceso a datos fiables que le permitieran entender su verdadera situación de vuelo.
El Flight Data Recorder (FDR) mostró lecturas anómalas de velocidad y altitud desde el inicio del vuelo, debido a la obstrucción de los sensores estáticos.
El Cockpit Voice Recorder (CVR) reveló confusión continua en cabina, con múltiples intentos de la tripulación por interpretar datos contradictorios.
Se registraron desconexiones automáticas del piloto automático y múltiples alertas, incluyendo avisos simultáneos de pérdida y exceso de velocidad.
El GPWS (sistema de alerta de terreno) no se activó, ya que dependía también de datos de altitud estática, los cuales eran incorrectos.
No se detectaron fallos técnicos en el avión ni en los motores. Todos los sistemas funcionaban correctamente, salvo por la información errónea generada por los sensores bloqueados.
El descenso fue gradual y no percibido por los pilotos, quienes pensaban que volaban nivelados hasta el momento del impacto.
Y, ¿Qué no falló?
El análisis técnico del vuelo 603 dejó claro que no hubo fallos en los sistemas del avión. Todos los componentes clave funcionaron correctamente durante el vuelo. Los motores Rolls-Royce operaron de forma normal hasta el impacto, sin pérdida de empuje ni fallos mecánicos. El piloto automático y otros sistemas de control se desconectaron únicamente como consecuencia directa de los datos erróneos que recibían, no por un fallo interno.
La estructura del Boeing 757 no presentó anomalías previas ni debilidades estructurales. Tampoco se registraron fallos en los sistemas eléctricos, de navegación o de comunicación. La radio funcionó con normalidad durante todo el vuelo, y las conversaciones entre la tripulación y el control aéreo se desarrollaron sin interrupciones.
Este bloque de evidencias refuerza que el accidente no fue provocado por un fallo técnico, sino por un problema de mantenimiento en tierra: la omisión de retirar una cinta adhesiva de los sensores estáticos, lo que distorsionó la información disponible para la tripulación desde el primer minuto de vuelo.
Repercusiones internacionales y mejoras en la aviación
El accidente del vuelo 603 de Aeroperú no solo marcó un antes y un después en la aviación peruana, sino que también tuvo un impacto directo en los procedimientos de mantenimiento y control de calidad a nivel internacional. El hecho de que una cinta adhesiva olvidada en sensores clave pudiera derribar un avión comercial obligó a la industria a revisar muchas de sus prácticas más básicas.
Directrices técnicas
Poco después del accidente, la Federal Aviation Administration (FAA) emitió un Maintenance Alert Bulletin con el caso del vuelo 603 como ejemplo central. El boletín advertía del riesgo de obstrucciones en sensores estáticos por fallos en procedimientos de mantenimiento y detallaba recomendaciones preventivas.
Este boletín, distribuido entre aerolíneas y centros de mantenimiento, pedía reforzar la documentación de las tareas realizadas, aplicar controles cruzados y asegurarse de que cualquier elemento colocado sobre sensores —como cintas, tapones o protecciones— fuese retirado antes del vuelo.
Recomendaciones de la oaci
La Organización de Aviación Civil Internacional también utilizó este caso como ejemplo en sus manuales de seguridad operacional. Sus recomendaciones incluyeron:

Cubierta de protección para tubo pitot, en color rojo y con etiqueta de advertencia visible. Este tipo de elementos debe ser retirado antes del vuelo y verificado en la inspección exterior de la aeronave.
- Establecer verificaciones cruzadas obligatorias tras cualquier tarea que afecte sensores de vuelo.
- Utilizar cintas adhesivas de colores contrastantes (rojo/naranja) para facilitar su detección visual.
- Actualizar los procedimientos de inspección externa realizados por la tripulación, especialmente en vuelos nocturnos.
- Documentar con precisión la colocación y retiro de protecciones durante el mantenimiento en tierra.
- Incorporar este tipo de incidentes en entrenamientos prácticos y simuladores para pilotos y técnicos.
Estas directrices fueron integradas por múltiples autoridades aeronáuticas nacionales, como la EASA en Europa y la ANAC en Sudamérica. La OACI ha publicado boletines como el Maintenance of Aircraft, que refuerzan la necesidad de controles estrictos incluso en tareas aparentemente simples. Este documento recoge recomendaciones aplicables al caso del vuelo 603 y a cualquier operador aéreo en servicio regular.
Cambios en fabricantes y operadores
Boeing, como fabricante del 757 implicado, participó activamente en la investigación. Tras los hallazgos, reforzó sus manuales de mantenimiento e introdujo recomendaciones específicas para mejorar el control de calidad en inspecciones de línea.
Muchas aerolíneas rediseñaron sus formularios de inspección post-mantenimiento, obligando a registrar cada cobertura o protección colocada sobre sensores, así como su retiro verificado antes de liberar el avión.
Formación de pilotos y técnicos tras el accidente
Entrenamientos en condiciones sin instrumentos fiables
Tras el análisis del vuelo 603, se evidenció la necesidad de que las tripulaciones pudieran reconocer y gestionar una pérdida de datos confiables en vuelo. A raíz de ello, muchas aerolíneas y centros de instrucción incluyeron en sus programas escenarios donde el altímetro, el velocímetro o el VSI entregan información errónea o directamente no funcionan.
Estos ejercicios enseñan a mantener una actitud de vuelo segura, a establecer comunicaciones efectivas con el control de tráfico aéreo y a identificar señales indirectas del comportamiento del avión, como el sonido de los motores o la resistencia aerodinámica.
Uso de simuladores con fallos de sensores
Los simuladores de vuelo comenzaron a incluir fallos deliberados de sensores estáticos y tubos pitot como parte de los entrenamientos recurrentes. Estos fallos permiten a los pilotos practicar cómo reaccionar ante lecturas contradictorias, pérdida del piloto automático y aparición de múltiples alertas simultáneas.
Se entrenan procedimientos como el control manual por actitud y potencia, uso de referencias cruzadas entre instrumentos o aplicación de listas de emergencia específicas cuando se sospecha de información errónea.
Capacitación reforzada para personal técnico
En paralelo, las escuelas de mantenimiento y los operadores reforzaron la formación técnica sobre la importancia de los sensores estáticos y pitot, incluyendo sus funciones, ubicación, vulnerabilidad y procedimientos de protección durante tareas en tierra.
Se hizo hincapié en los protocolos de verificación cruzada, en la documentación adecuada de cada tarea y en la necesidad de evitar cualquier interpretación subjetiva o suposición al liberar una aeronave.
Informe oficial
Puedes consultar el informe oficial completo de la investigación del vuelo 603 de Aeroperú en el siguiente enlace:
Informe oficial - Vuelo 603 de Aeroperú
¿Error humano o estructural?
El vuelo 603 de Aeroperú no se estrelló por un fallo estructural, ni por mal tiempo, ni por una decisión negligente de la tripulación. Lo que ocurrió fue consecuencia de una cadena de omisiones en tierra, iniciada con una cinta adhesiva que no fue retirada tras una tarea rutinaria de mantenimiento. Ese detalle, aparentemente menor, bloqueó los sensores estáticos y generó información errónea desde el momento del despegue.
La tripulación se enfrentó a una situación para la que no estaba entrenada: volar de noche, sobre el mar y sin datos fiables. A pesar de sus esfuerzos, no pudieron identificar que estaban descendiendo hasta que fue demasiado tarde.
Este caso dejó una lección directa: la seguridad de un vuelo no empieza en el aire, empieza en tierra. Cada procedimiento, por simple que parezca, requiere rigor, control y verificación. La aviación internacional entendió que el mayor riesgo no siempre está en los sistemas complejos, sino en los detalles que se dan por hechos.
Hoy, el vuelo 603 sigue presente en manuales de mantenimiento, programas de formación y boletines técnicos. Su historia es un recordatorio constante de que en aviación, la seguridad depende de cada decisión. Incluso de las más pequeñas.