GPWS: Ground Proximity warning system

Su historia está marcada por tragedias, pero también por cientos de vidas salvadas. El GPWS (Ground Proximity Warning System) surgió en la década de los 70 como respuesta a un tipo de accidente devastador pero común: el CFIT, o vuelo controlado contra el terreno. En esas situaciones, el avión no sufre fallos técnicos, pero la tripulación pierde la conciencia situacional y acaba colisionando con el suelo, muchas veces en condiciones de baja visibilidad o por errores de navegación.

Este sistema es una de las últimas barreras de seguridad. Su misión es simple pero crucial: alertar a los pilotos cuando detecta que el terreno se aproxima de manera peligrosa. Utiliza sensores como el radioaltímetro para calcular la altura sobre el suelo y combina esa información con datos de velocidad, actitud y configuración del avión (como flaps y tren de aterrizaje) para anticipar situaciones peligrosas.

El vuelo Aeroperú 603 mostró cómo incluso con alertas, el descontrol de la situación puede llevar al desastre. El vuelo Germanwings 9525, por otro lado, evidenció que cuando las intenciones humanas escapan de lo esperable, ni siquiera un sistema avanzado puede detener la tragedia.

¿Qué es un CFIT y cómo se proviene con el gpws?

CFIT (Controlled Flight Into Terrain) es un término que da nadie que conocer: significa que un avión, totalmente operativo, colisiona con el terreno sin que la tripulación lo haya previsto. No se trata de un fallo mecánico, sino de una pérdida de conciencia situacional. A menudo, los pilotos creen estar volando en condiciones normales, cuando en realidad se dirigen hacia una montaña, una colina o incluso el mar.

El GPWS fue creado para prevenir exactamente eso. Detecta situaciones peligrosas comparando los datos del avión con perfiles seguros de vuelo. Si algo no cuadra —si el avión desciende demasiado rápido, está muy bajo sin haber bajado el tren, o se desvía de la senda de planeo—, emite una advertencia sonora inmediata para que los pilotos reaccionen. Antes de su implantación obligatoria, los CFIT eran una de las principales causas de accidentes fatales en aviación comercial.

A300F4-622R de la compañía UPS (vuelo 1354) que chocó contra el terreno cerca del aeropuerto de Birmingham.

Este tipo de accidentes solía ser una de las principales causas de muerte en aviación comercial hasta que se implantó el GPWS. El sistema fue desarrollado para ser una última línea de defensa, alertando a la tripulación cuando detecta una configuración o trayectoria de vuelo peligrosa en relación al terreno inmediato.

¿Cómo lo hace? El GPWS clásico emplea principalmente el radioaltímetro para medir la altura real respecto al terreno que hay directamente debajo del avión. Este dato, junto con otros parámetros como velocidad vertical, actitud de vuelo, configuración de tren y flaps, permite al sistema comparar en tiempo real si la trayectoria actual cumple con los márgenes de seguridad.

Por ejemplo, si detecta una alta tasa de descenso a baja altitud, genera una alerta sonora como "Sink rate! Pull up!". Si el terreno se aproxima rápidamente sin que se esté configurando el avión para aterrizar, puede advertir "Terrain! Terrain! Pull up!". Estas alertas están programadas para activarse con suficiente antelación como para que la tripulación reaccione y evite el impacto.

El GPWS fue clave para reducir los CFIT en zonas con buena cobertura radar y navegación, pero tiene una limitación importante: sólo detecta el terreno que está directamente bajo el avión. Es decir, si el avión se dirige hacia una montaña que todavía no ha sobrevolado, el sistema no siempre lo detecta con antelación. Esa debilidad sería corregida más adelante con el desarrollo del EGPWS.

A pesar de sus límites, desde su implementación obligatoria en aeronaves comerciales, el GPWS ha salvado miles de vidas, y continúa siendo uno de los avances más importantes en la historia de la seguridad operacional aérea.

Funcionamiento técnico del gpws

El GPWS clásico se basa en una lógica reactiva: no predice, sino que detecta peligros inminentes con base en los datos que recibe en tiempo real. Su principal fuente de información es el radioaltímetro, un sensor que mide la altura del avión respecto al terreno directamente bajo él, a diferencia del altímetro barométrico, que mide la altitud sobre el nivel del mar.

A esta información se suman:

  • La velocidad vertical (la razón de ascenso o descenso del avión),

  • La actitud del avión (su inclinación en el eje de cabeceo y alabeo),

  • El estado del tren de aterrizaje y flaps (si están desplegados o no),

  • Y en algunos modelos, la velocidad verdadera y el modo de vuelo seleccionado.

El sistema compara estos datos con perfiles establecidos de seguridad. Si detecta que el avión se está aproximando peligrosamente al terreno o no tiene una configuración adecuada para volar a baja altitud, genera alertas acústicas y visuales en cabina.

Los cinco modos originales del GPWS clásico cubren los siguientes escenarios:

Modo 1 – Excessive Descent Rate

"Sink rate! Pull up!" si la velocidad vertical es demasiado alta para la altitud.

Modo 2 - Excessive Terrain Closure Rate

"Terrain! Pull up!" si se detecta una tasa de aproximación al terreno excesiva.

Modo 3 - Altitude Loss After Takeoff or Go-Around

Alerta si el avión pierde altitud justo después de despegar.

Modo 4 - Unsafe Terrain Clearance

  • Submodo 4.1: "Too low, gear" si el tren está arriba a baja altitud.

  • Submodo 4.2: "Too low, flaps" si los flaps no están extendidos en aproximación.

Modo 5 – Deviation Below Glideslope

"Glideslope!" cuando se detecta una desviación significativa por debajo de la senda ILS.

algoritmo

La lógica que utiliza el GPWS para emitir alertas se basa en el análisis de la velocidad vertical en función de la altitud real sobre el terreno. La fórmula simplificada:

El algoritmo de activación puede representarse de forma simplificada como:

Activar alerta si: ṡh > ṡhcrítica(h)

Donde

  • ṡh: razón de descenso actual (por ejemplo, en ft/min).
  • ṡhcrítica(h): umbral de descenso máximo aceptable en función de la altitud actual h.
  • h: altitud real del avión sobre el terreno.

Este umbral crítico no es constante: es una función descendente de la altitud. A mayor altura, el sistema permite tasas de descenso más agresivas. Sin embargo, a medida que el avión se acerca al suelo, esa tolerancia disminuye drásticamente. Por ejemplo, una razón de descenso de 2000 ft/min puede ser totalmente aceptable a 8000 pies de altura, pero resultaría inaceptable a 500 pies, ya que no dejaría margen suficiente para una maniobra de recuperación en caso de imprevisto.

El concepto de “inaceptabilidad” que maneja el GPWS tiene un fundamento probabilístico y conservador: si la altitud es baja, el sistema asume que cualquier descenso rápido implica un riesgo elevado de colisión, salvo que el avión esté configurado para aterrizar (tren abajo, flaps extendidos). De no ser así, el sistema asume que se trata de una pérdida involuntaria de altitud y genera una alerta como "Sink rate! Pull up!".

Además, el algoritmo incluye umbrales ajustados según la fase de vuelo y condiciones de configuración. Por ejemplo, si el tren de aterrizaje o los flaps no están desplegados y el avión se encuentra a menos de 500 pies del terreno, el sistema será especialmente sensible incluso a descensos suaves, pues considera que el avión no debería estar tan bajo sin prepararse para aterrizar.

Esta adaptabilidad del umbral es uno de los puntos fuertes del GPWS clásico, aunque también una fuente de limitaciones: al estar diseñado para reaccionar a datos inmediatos y verticales, no puede anticipar amenazas horizontales ni intencionalidades humanas fuera del patrón esperado.

Aeroperú 603 - cuando el GPWS no funciona

La noche del 2 de octubre de 1996, el vuelo 603 de Aeroperú despegó de Lima rumbo a Santiago de Chile. Era un vuelo nocturno sobre el océano Pacífico. Nada más despegar, la tripulación comenzó a notar lecturas erráticas en los instrumentos: la altitud, la velocidad y la actitud del avión no tenían sentido. Lo que no sabían era que el problema venía desde tierra. Durante el mantenimiento previo al vuelo, alguien había cubierto los puertos estáticos del avión con cinta adhesiva para pintarlo y nadie la retiró.

Puerto estático de avión

Ubicación de la toma estática en un fuselaje típico

Sonda Pitot en un avión

Ejemplo de sonda Pitot

Estos puertos son vitales para que los sensores de presión funcionen correctamente. Con ellos bloqueados, todos los instrumentos que dependen del aire estático comenzaron a fallar. La tripulación se enfrentó a una tormenta de alarmas contradictorias, sin saber cuál era cierta.

En medio de esa confusión, hubo una voz que sí decía la verdad: la del GPWS. Basado en el radioaltímetro —que no depende de los puertos estáticos—, el sistema comenzó a lanzar advertencias como "Too low, terrain". Indicaba que el avión se estaba acercando peligrosamente al mar. Pero en la maraña de datos inconsistentes, esa voz fue una más entre el caos.

Los pilotos intentaron recuperar el control, incluso solicitaron vectores de emergencia. Pero el avión, sin referencias externas, seguía descendiendo. A pesar de que el GPWS activó sus alertas correctamente, la pérdida total de conciencia situacional, unida al estrés y al entorno sin referencias visuales, impidió una reacción eficaz.

Este caso ilustra un punto clave: el GPWS puede ser la última línea de defensa, pero no puede reemplazar al resto del sistema de navegación. Si los datos esenciales están corruptos y los pilotos no confían en ninguna fuente, ni siquiera la voz que dice la verdad puede evitar la tragedia.

Germanwings 9525 - cuando el GPWS suena pero es inútil

El 24 de marzo de 2015, el vuelo 9525 de Germanwings despegó de Barcelona con destino a Düsseldorf. A bordo iban 150 personas. Lo que parecía un vuelo rutinario se transformó en tragedia durante el descenso en los Alpes franceses. El copiloto, Andreas Lubitz, se quedó solo en la cabina y bloqueó la puerta. Aprovechando ese aislamiento, programó un descenso continuo hacia el terreno montañoso. Nadie más sabía lo que ocurría.

Desde el punto de vista de los sistemas del avión, todo era normal: el descenso era estable, sin variaciones bruscas, y no había una razón de hundimiento que activara una alerta de emergencia. Por eso, el GPWS no emitió ninguna advertencia hasta muy cerca del impacto. El sistema no detectó una situación anómala porque, técnicamente, el vuelo seguía una trayectoria coherente: no había una tasa de descenso excesiva, ni una actitud inusual del avión, ni configuración errónea de aterrizaje.

El GPWS clásico —y en muchos casos incluso el EGPWS— no está diseñado para interpretar intenciones humanas, ni para juzgar si un descenso es voluntario o malicioso. Mientras los parámetros estén dentro de los márgenes considerados seguros, el sistema permanece en silencio. Lubitz aprovechó precisamente eso: la confianza en la automatización para ejecutar un acto deliberado sin interferencias.

Este caso dejó claro que la tecnología, por avanzada que sea, tiene límites. Puede advertir de peligros físicos, pero no puede leer la mente ni anticipar conductas desviadas. A raíz de este accidente, se reforzaron las políticas de salud mental y se estableció en muchos países la regla de que nunca puede quedarse un solo piloto en cabina.

Desde el punto de vista del GPWS, el vuelo 9525 demuestra que ningún sistema técnico, por sí solo, es suficiente para garantizar la seguridad. Las amenazas no siempre vienen del entorno o de fallos mecánicos; a veces, vienen desde dentro.

Evolución hacia el EGPWS y el TAWS

A raíz de las limitaciones del GPWS clásico, surgió la necesidad de un sistema más avanzado, capaz no solo de reaccionar ante peligros inminentes, sino también de anticiparlos. Así nació el EGPWS (Enhanced Ground Proximity Warning System), también conocido como TAWS (Terrain Awareness and Warning System).

La principal mejora del EGPWS es que combina datos del radioaltímetro con una base de datos digital del terreno y el posicionamiento por GPS. Esto le permite conocer la ubicación precisa del avión y comparar su trayectoria futura con la topografía almacenada en su base de datos. En lugar de esperar a que el terreno esté peligrosamente cerca, el EGPWS puede anticipar una colisión mucho antes, incluso si el obstáculo está varios kilómetros por delante.

Representación visual del EGPWS en la pantalla de navegación.

Este sistema introdujo nuevas alertas predictivas, como:

  • "Terrain ahead! Pull up!"

  • "Obstacles ahead!"

  • Mapas en pantalla con representación del terreno y zonas elevadas codificadas por colores.

Otra función importante es la llamada "Look-Ahead Terrain Avoidance", que proyecta la trayectoria del avión y detecta si hay riesgo de impacto en su ruta de vuelo, algo imposible para el GPWS clásico. También se adapta al tipo de aeronave, su rendimiento, y la fase del vuelo (crucero, descenso, aproximación), generando advertencias más precisas y menos propensas a falsas alarmas.

El EGPWS también resuelve los problemas de cobertura del GPWS clásico en zonas montañosas, donde el terreno no está directamente bajo el avión sino delante de él. Además, permite operar con más seguridad en aeropuertos situados cerca de relieves abruptos o en entornos de navegación visual degradada.

No obstante, incluso el EGPWS tiene sus límites. Si el GPS falla, si el piloto desconecta el sistema, o si la base de datos del terreno no está actualizada o no cubre completamente una región, el sistema pierde efectividad. Y, como se vio en el caso Germanwings 9525, si la trayectoria programada es deliberadamente descendente pero dentro de parámetros normales, ni siquiera el EGPWS emitirá una alerta.

Aun así, desde su introducción, el EGPWS ha demostrado ser una de las herramientas más eficaces para reducir accidentes por CFIT en todo el mundo. Se estima que ha evitado cientos de incidentes en los últimos 20 años, convirtiéndose en un estándar obligatorio en la mayoría de aviones comerciales modernos.

Limitaciones actuales y prospectivas futuras

Aunque el EGPWS representa una mejora radical frente al sistema original, aún existen limitaciones fundamentales que impiden que sea una solución infalible. La principal de ellas es que, aunque puede anticipar colisiones con el terreno, sigue dependiendo de la calidad y disponibilidad de los datos que recibe.

Por ejemplo, si el GPS presenta errores, si el piloto ha desactivado el sistema, o si la base de datos digital del terreno no está actualizada (o es incompleta en zonas remotas), el EGPWS pierde su capacidad predictiva. Del mismo modo, en algunas configuraciones específicas —como vuelos de prueba, trayectorias no convencionales o aproximaciones especiales— pueden generarse falsas alarmas o, peor aún, no emitirse ninguna.

Otra limitación crítica es su incapacidad para detectar o interpretar comportamientos intencionados. El sistema no puede discernir si un descenso programado es parte de una maniobra legítima o parte de un acto deliberado. Esto lo vimos claramente en el caso del vuelo Germanwings 9525, donde la trayectoria era técnicamente coherente, pero detrás se escondía una intención letal. En estos casos, el sistema se vuelve ciego, porque sus reglas están diseñadas para condiciones normales, no para contextos de sabotaje o problemas psicológicos.

Ante este escenario, el desarrollo de nuevas soluciones apunta a la integración de tecnologías más inteligentes. Se está explorando el uso de algoritmos de inteligencia artificial y aprendizaje automático para identificar patrones de vuelo anómalos o comportamientos inusuales del piloto. Estos sistemas podrían, por ejemplo, detectar si un piloto está ignorando sistemáticamente las comunicaciones ATC o si la trayectoria del avión no coincide con el plan de vuelo previsto.

Además, se plantea la posibilidad de vincular el EGPWS con sistemas de vigilancia desde tierra, lo que permitiría que centros de control detecten en tiempo real maniobras anómalas y activen protocolos de intervención. También se está estudiando la inclusión de sensores biométricos para monitorear el estado físico y cognitivo de los pilotos, añadiendo una capa más de supervisión.

La dirección es clara: el futuro de la seguridad operacional no depende únicamente de que el avión "vea" el terreno, sino de que "entienda" lo que está pasando. Y eso solo se logrará mediante una fusión más profunda entre automatización, conciencia contextual y supervisión humana avanzada.

En conclusión, el GPWS y su evolución al EGPWS han sido avances fundamentales en la reducción de accidentes por CFIT. Aunque no pueden evitar todos los escenarios, han demostrado ser una herramienta vital cuando operan con datos precisos y en condiciones normales. Su papel no es sustituir al juicio humano, sino complementarlo con alertas que den a la tripulación esa fracción de segundo adicional que puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia. Como en muchos otros aspectos de la aviación, la clave está en combinar tecnología, formación y supervisión para lograr un cielo cada vez más seguro.

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