España y EE. UU.: Dependencia diplomática

El 17 de enero de 1966, el mundo estuvo a punto de enfrentarse a un desastre nuclear en territorio español. La localidad de Palomares fue testigo de un accidente sin precedentes cuando cuatro bombas de hidrógeno cayeron del cielo, poniendo en riesgo la vida de cientos de personas y la estabilidad de una región entera.

¿Cómo es que España, un país que no poseía armamento nuclear, terminó envuelta en una crisis atómica? Debemos situarnos en el contexto de la Guerra Fría, donde la disuasión nuclear y las operaciones militares extremas se convirtieron en la norma.

contexto histórico

guerra fría y disuasión nuclear

Lyndon B. Johnson

Bandera de EE.UU. Lyndon B. Johnson: El hombre tras las bombas de Palomares

Su estrategia de disuasión nuclear llevó a Estados Unidos a patrullar los cielos con bombas atómicas, con consecuencias imprevistas.

Leonid Brezhnev

Bandera de la URSS Leonid Brezhnev: La mirada soviética sobre la crisis de Palomares

Desde Moscú, el incidente en España fue observado con recelo, en plena carrera armamentística.

En pleno apogeo de la Guerra Fría, un pequeño pueblo en la costa de Almería como lo es Palomares hizo que España se convirtiera en protagonista de un episodio que demostró que ni siquiera un país alejado del conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética podía librarse de sus efectos. El accidente de Palomares, ocurrido el 17 de enero de 1966, no solo puso en peligro a los habitantes de la región, sino que también evidenció cómo España estaba más involucrada en la Guerra Fría de lo que muchos creían.

España en la Guerra Fría: una neutralidad a medias

Tras la Segunda Guerra Mundial, España quedó aislada internacionalmente debido a la dictadura de Francisco Franco. Sin embargo, con la llegada de la Guerra Fría, EE.UU. vio en España un aliado potencial para contener la expansión del comunismo en Europa. Aunque el país no formaba parte de la OTAN ni del bloque occidental, se volvió un aliado estratégico de Washington a cambio de apoyo económico y militar.

Descripción de la imagen

En 1953, los Pactos de Madrid consolidaron esta relación. Como parte del acuerdo, EE.UU. estableció varias bases militares en territorio español, incluyendo las de Torrejón, Zaragoza, Morón y Rota. Estas bases permitieron que aviones militares estadounidenses, incluyendo bombarderos con armas nucleares, operaran desde España. A cambio, Franco obtuvo un reconocimiento diplomático crucial y una inyección de ayuda económica.

propaganda y control de daños

El accidente de Palomares en 1966 no solo representó un peligro nuclear, sino también un desafío político y diplomático para el régimen franquista. España, aunque aliada de EE.UU., no podía permitirse que la noticia de la caída de cuatro bombas nucleares generara alarma pública o dañara la percepción internacional de estabilidad que Franco había intentado construir. En este contexto, la gestión de la crisis se centró más en el control de la narrativa que en la transparencia sobre la magnitud del incidente.

Para disipar el miedo a la contaminación radiactiva, el régimen recurrió a una de las estrategias de propaganda más recordadas de la dictadura: el baño del ministro Manuel Fraga Iribarne en la playa de Palomares. Acompañado por el embajador de EE.UU., Angier Biddle Duke, Fraga se sumergió en el mar frente a las cámaras, como un acto simbólico para demostrar que el agua no estaba contaminada y que no había riesgo para la población.

El baño de Fraga cumplió su propósito inmediato: transmitir calma y controlar la narrativa mediática, asegurando a la población que la situación estaba bajo control. Sin embargo, la realidad era muy diferente. Para entonces, científicos estadounidenses ya habían detectado niveles peligrosos de plutonio en la zona, y se había iniciado la retirada de 1.400 toneladas de suelo contaminado.

Lo que el régimen no mencionó en su estrategia de comunicación fue que:

  • Dos bombas se habían roto, liberando partículas de plutonio en un área extensa.

  • Se estaban realizando mediciones de radiación en habitantes locales para evaluar el impacto.

  • EE.UU. había enviado equipos especializados para gestionar la descontaminación de la zona.

El baño de Fraga no fue más que una operación de imagen, diseñada para sofocar el miedo y evitar que el accidente dañara las relaciones con EE.UU. Más que una medida de seguridad, fue una estrategia de propaganda política.

Manuel Fraga (segundo por la izquierda) y el embajador Angier Biddle Duke (primero por la derecha) en el famoso baño de Palomares

Imagen alineada con texto
Recorte de periódico sobre Palomares

El recorte de La Vanguardia Española del 5 de febrero de 1966 refleja el control de la narrativa oficial sobre el accidente de Palomares. En lugar de alertar sobre los riesgos del plutonio liberado, el artículo minimiza el peligro afirmando que "las radiaciones detectadas son completamente inofensivas", a pesar de que EE.UU. ya estaba retirando toneladas de tierra contaminada.

Además, se enfatiza la "gratitud de las fuerzas españolas hacia los americanos", evitando cualquier crítica a la presencia militar estadounidense y reforzando la idea de cooperación en lugar de responsabilidad. Esta cobertura mediática forma parte de una estrategia más amplia para transmitir calma pública y proteger las relaciones diplomáticas con Washington, priorizando la propaganda sobre la transparencia científica.

Impacto internacional

Uno de los principales focos de atención fue la preocupación sobre la seguridad de las armas nucleares estadounidenses. Periódicos como The York Dispatch, en su edición del 20 de enero de 1966, reflejaban la incertidumbre con titulares como "Nuclear Device Allegedly Lost" (Dispositivo nuclear presuntamente perdido). La cobertura mediática en Estados Unidos y Europa se centró en la posibilidad de una catástrofe nuclear y en la dificultad de localizar una de las bombas, que permaneció desaparecida en el mar durante semanas.

Extracto de la prensa estadounidense:

“Pilotos de la Fuerza Aérea buscan una bomba termonuclear que desapareció tras la colisión de un B-52 con un avión cisterna sobre España. El Pentágono asegura que no hay peligro de detonación, pero la incertidumbre sobre su localización genera alarma".
The York Dispatch, 20 de enero de 1966.

Mientras el gobierno de Lyndon B. Johnson intentaba manejar la crisis discretamente, la cobertura mediática ejerció presión para que se revisaran los protocolos de seguridad nuclear. El accidente de Palomares, junto con el posterior incidente de Thule (Groenlandia) en 1968, llevó finalmente a la cancelación de la Operación Chrome Dome, que permitía vuelos permanentes de bombarderos con armas nucleares.

“Palomares”, un documental imprescindible

El accidente de Palomares en 1966 sigue siendo un tema envuelto en secretismo y controversia, y aunque han pasado más de cinco décadas, su impacto aún resuena. Para quienes deseen profundizar en lo ocurrido, el documental "Palomares" se convierte en una referencia clave. Esta producción ofrece un análisis detallado del suceso, explorando sus consecuencias políticas, medioambientales y humanas, con material inédito y testimonios de expertos y testigos directos.

Documental Palomares
Documental Palomares

El documental "Palomares" explora en profundidad el accidente nuclear de 1966, cuando cuatro bombas termonucleares cayeron sobre territorio español tras la colisión de un B-52 estadounidense. A través de material inédito y entrevistas, la producción desvela cómo se manejó la crisis, la contaminación radiactiva y el impacto en la población.

📌 Ver documental aquí

El documental se adentra en los acontecimientos del 17 de enero de 1966, cuando un bombardero estadounidense B-52 Stratofortress, que realizaba una maniobra de reabastecimiento en vuelo sobre la costa española, colisionó con un avión cisterna KC-135, liberando cuatro bombas termonucleares sobre el pueblo de Palomares, Almería.

A través de imágenes de archivo, documentos desclasificados y entrevistas exclusivas, el documental examina:

  • El impacto del accidente y la búsqueda de las bombas.

  • La respuesta de EE.UU. y España ante el incidente.

  • Las consecuencias de la contaminación radiactiva en la zona.

  • Cómo Palomares sigue lidiando con el legado de la radiación.

Además, se analizan los estudios científicos realizados en la zona y cómo, más de 50 años después, el plutonio sigue presente en el suelo, afectando a la población y al medioambiente.

Este documental es imprescindible para comprender no solo el accidente en sí, sino también cómo la Guerra Fría convirtió a España en un actor pasivo dentro de la estrategia nuclear de EE.UU.. Es un testimonio revelador sobre el manejo de la información en tiempos de crisis y la lucha de los habitantes de Palomares por obtener justicia y reconocimiento.

Anterior
Anterior

¿Qué pasa si un piloto sufre hipoxia?

Siguiente
Siguiente

Brücke nach Ufa y las víctimas de Überlingen