Episodio 11: BA009 y KLM867 - Vuelos entre cenizas (1982 y 1989)

 

La noche del 24 de junio de 1982, el vuelo 9 de British Airways cruzaba el cielo del sudeste asiático con 263 personas a bordo. Era un tramo más en una larga ruta entre Londres y Nueva Zelanda. Pero al sur de Yakarta, algo cambió. A 37.000 pies de altura, el 747 entró en una nube que no estaba en el radar. Una nube invisible. Y entonces, uno a uno, los cuatro motores se apagaron.

Siete años más tarde, otro 747, esta vez de KLM, volaba sobre Alaska. El vuelo 867 se dirigía a Tokio cuando, de pronto, se encontró en mitad de un cielo denso, marrón, irreal. La visibilidad en cabina cayó en segundos. Y los motores, otra vez, dejaron de funcionar. No era una tormenta. No era un fallo eléctrico. Era ceniza volcánica.

Ambos vuelos, separados por el tiempo y la geografía, estuvieron a punto de convertirse en tragedia. Y ambos sobrevivieron por los pelos. Aterrizajes forzosos, aeronaves gravemente dañadas, motores destruidos por dentro. Y sin embargo, ni una sola víctima.

Ni la tripulación del BA009 ni la del KLM867 sabían qué enfrentaban exactamente. Volaban a ciegas. Sin manual. Con decisiones improvisadas sobre la marcha. Lo que en un primer momento pareció una tormenta luminosa o una simple nube oscura, era en realidad una amenaza silenciosa que ni los radares meteorológicos ni los sistemas de detección del avión podían ver.

Ambos vuelos sobrevivieron, pero dejaron una pregunta abierta: ¿cómo puede algo tan silencioso, tan invisible, poner en jaque a un avión moderno?

En 2010, esa pregunta se volvió global. El volcán islandés Eyjafjallajökull entró en erupción y paralizó el tráfico aéreo europeo durante casi una semana. Más de 100.000 vuelos cancelados. Millones de pasajeros en tierra. Por primera vez, se comprendió la verdadera magnitud del riesgo. La ceniza volcánica no solo podía apagar motores. Podía detener el mundo.

Este episodio reconstruye los tres casos: BA009, KLM867 y Eyjafjallajökull. Analizamos cómo se comporta la ceniza en el aire, por qué los radares no la detectan, y qué se ha aprendido para evitar nuevas catástrofes. ¿Cómo se coordina hoy la aviación con los centros VAAC? ¿Qué protocolos se activan cuando un volcán entra en erupción? ¿Podría repetirse una situación parecida?

Porque esta no es solo la historia de tres vuelos. Es la historia de una amenaza invisible que puso a prueba la ingeniería, la coordinación internacional y la propia idea de que la aviación moderna lo tenía todo bajo control.

Acompáñanos mientras exploramos estos vuelos, estos riesgos y esta lección que empezó en las alturas, pero sigue viva cada vez que un volcán tiembla bajo la corteza terrestre.

 
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